¿Cómo recordar lo real, cómo separar las capas de la cebolla histórica sin perder de vista el verdadero curso del Tiempo? Este brincoteo del pasado al futuro y viceversa me tiene ya un poco mareado, por no decir desdibujado, fuera de foco como un actor secundario. Ya olvidé de dónde soy, cuándo nací y sólo me quedan las memorias falsas de mil lunas que nunca existieron en realidad.
Los cambios que repercuten en el futuro a causa de la intervención de temponautas como yo, también trazan efectos retroactivos, o sea, influyen sobre el pasado a la misma vez. Las ondas expansivas de nuestros actos viajan hacia delante como también hacia la zaga, al pasado de donde venimos.
En algún momento tendré que detener este eterno viajar, esta condición perpetua de viajante trotaépocas. Aunque para mi siempre es hoy, o sea el presente, el aquí y ahora, sin poder poner un pie en el futuro y otro en el pasado, comprendo además que puedo desplazarme por la flecha del Tiempo a mis anchas. Pero el problema es que mis anchas ya no son lo que eran antes. Ahora lo único que deseo es la tranquilidad que provee un lugar familiar, una cara conocida, un barrio inolvidable de la infancia.
Presiento que rondeo los treinta años de edad, pero mi certificado de nacimiento lo tuve que entregar al Instituo cuando primero ingresé en esto de la Temponáutica; y ya todos esos hechos, esos días de emoción cuando primero saboreaba la posibilidad de brincar en el tiempo, ya todo eso ha quedado relegado a este insaciable olvido que se lo ha tragado todo, desde mis años de infancia hasta mi adolescencia, mi primer amor y mi primera desilusión también. Además mis padres han perecido ante este vaivén temporal, muertos sin duda hace tiempo ya. Eso me pasa por haber ingresado al Instituto Caribeño de la Temponáutica a tan temprana edad. Después de tanto tiempo, ya no puedo confiar ni siquiera en lo que evocan los olores, ese barómetro memeorioso que en la mayoría de los seres humanos es más certero que ningún otro sentido para transportarnos a puntos específicos de nuestro tiempo en este planeta ínfimo e insuficiente. Un buen olor recupera la más entrañable memoria, pero para mí ya todas son irrecuperables, ya todo es pasado remoto, porque no importa cuán atrás viaje en el Tiempo, siempre me parece caer en el futuro, mientras que mis recuerdos de infancia están cada vez más hundidos en un punto ignoto de la historia, de mi historia personal.
Todo lo que veo ahora son los patrones en la Flecha del Tiempo, cuya naturaleza es parecida a la de la luz -- ¿será onda o partícula? ¿De qué se compone el pasar del Tiempo? Por esto el Tiempo elude cualquier definición real; tenemos que aceptar su reptar sin cuestionarlo, sin poder desentramar su secreto fluir. La Flecha del Tiempo puede discurrir por tantos lugares y vidas futuras que a veces nos recomponemos como otras criaturas que no son humanas. A Pablo le pasó que en su último viaje llegó a su destino como una hormiga, ya que había viajado al pasado antiguo de la Tierra.
Ahora me preparo yo para lo que espero sea mi último viaje, todavía no se si para el futuro o para el pasado, lo mismo me da. Tampoco puedo precisar dónde, o mejor, cuándo te encuentre. Es posible que sea nunca, o aún de inmediato, sino es que que te encuentro siempre sin poder reconocerte. ¿Existirá esta mujer que habita mis sueños como si fueran su casa, o será simplemente el producto de una imaginación hambriente, un cuerpo que no aguanta más, un hueco en el alma, un deseo nunca cumplido ni materializado?
Supongo que mañana me enteraré cuando entre en la cabina por última vez. Mañana. Qué concepto tan absurdo para los temponautas de carrera como yo, ya que el transcurso de los días han perdido toda relevancia en lo que concierne a mi diaria vivir, que se ha convertido de por sí en otro absurdo más, otra locura cotidiana sin peso ni gravedad, ni tan siquiera con algún significado o vestigio de él. Nada ni nadie recupera su sentido en estas labores temponáuticas, nada que sea realmente apreciable para un temponauta de carrera como yo.
Ya veremos mañana.
4.1.07
año vieeeeejo
Supero las ganas de caminar al infierno cercano
y seductor de un caserío metropolitano,
debatiéndome entre las tapas verdes de un libro
en blanco. Saco la negativa hazaña
de una trasnochá envuelta en humo tóxico
y personajes perversos; por eso pongo un CD
en la cocolera y decido olvidar que estoy solo
pensando en una persona que no conozco,
o que no existe que sigue siendo lo mismo al final del día.
¿Quién fue el que nos enseñó a matar el sol y desechar
la luna a un lado? Supongo que nunca es la misma
persona para todos; siempre erraremos por donde
más nos gusta, con una nota, una palabra, una nueva
canción de despecho que aullamos felices a medianoche.
y seductor de un caserío metropolitano,
debatiéndome entre las tapas verdes de un libro
en blanco. Saco la negativa hazaña
de una trasnochá envuelta en humo tóxico
y personajes perversos; por eso pongo un CD
en la cocolera y decido olvidar que estoy solo
pensando en una persona que no conozco,
o que no existe que sigue siendo lo mismo al final del día.
¿Quién fue el que nos enseñó a matar el sol y desechar
la luna a un lado? Supongo que nunca es la misma
persona para todos; siempre erraremos por donde
más nos gusta, con una nota, una palabra, una nueva
canción de despecho que aullamos felices a medianoche.
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