Sólo cobra relevancia en la pusilánime luz que sale corriendo al escape justo antes del amanecer, sí, esa sublime conflagración de oscuroclaros translúcidos y semipreciosos que ostensiblemente se roban el crédito de darle comienzo al día, bueno, a todos los días, lindos y feos, nublados y soleados, lluviosos o brumosos, indecisos o severos, calurosos y templados, temperamentales y lánguidos...
Vaya, tantos días y tantas ilusiones le suben los humos a cualquiera. Pero entonces cae la noche - cataplún - y entonces son claroscuros despavoridos a la merced del nefasto viento opaco conocido en ciertos lares como terruños, palabra áspera y contundente que desconcierta a los tenues sentinelas del día, hiriendo diáfanas sensibilidades que harían a cualquier habitante urbano devolver el último bocado deglutado a la carrera entre trenes o guaguas, o en el lúgubre tráfico atascado sobre el asfalto elevado de alguna gran vía que da mil vueltas para llegar al lugar menos memorable a este lado del río anónimo que discurre como un mal chisme entre los canales de concreto que reptan alrededor y debajo de la gran ciudad acongojada....
respiro....
maldita temponáutica, le ha robado las caras a los recuerdos y los nombres a las memorias. mañana cuando despiertes, volveré a ser 'un tipo que nunca he visto' en el confuso relato onírico que le dispararás al otro soñoliento siervo de las sábanas multicolores...
disfrútalo. cuando se disuelva, volveremos a vernos en el pastizal de la eternidad.
12.8.07
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