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leyendo el fiasco titulado ''amaneciendo enfermo''



Tengo una fiebre imaginada
dolores invisibles y afectaciones
fantasmas que van y vienen
y revuelcan mis ánimos, virando
el mundo, mi vida, patas arriba.

Pero vuelve y sale el sol
el cielo sigue profundo y azul
la grama verde y llena de sereno
la casa sigue vacía y abandonada
y la cama, ni se diga, un amasijo
de sábanas y fundas sin lavar.
No cuelgan ya los cuadros
que tanto te gustaban.
Vendí la computadora, mis libros
y como si fuera poco, la linterna.

Ahora ya no sé qué hacer con la oscuridad.

transgresiones

No estoy seguro como fue que
decidimos violar a la noche.
Tú la agarraste por los brazos de alcohol
y ella por las piernas de playa.
Entretantoyo la penetré como
sátiro, como bellaco pederasta
y no paré hasta correrme a
medianoche. Ustedes dos se
quejaron (las mujeres siempre)
porque me comporté con egoísmo,
pero de igual manera las dos
se treparon y cabalgaron la negrura
del resto de la noche hasta por la mañana.

Por fin

Nadie me dijo cómo atajar el recorrido
de una lágrima ardiente que cruza
el cachete del insomnio que lleva tu nombre --
lucero eres para los del monte, escollo
precioso y lustroso para nosotros, los náufragos

Bellota rica y dura entre mis dientes
me supiste a miel o a ámbar milenario
haciendo cuevas de las calles,
meciendo la cuna del callejón asimétrico
que desemboca en otra cosa, otros
veinte pesos, otro cuerpo acribillado
y agujereado en las páginas
de un libro hace tiempo olvidado

Ven y díme que esta soledad
te sabe a entrega, a sexo noctámbulo
cuajado en mi ausencia de temponauta
desorientado. Ven y díme que ya,
por fin, puedo morir como quiero
haciendo tumbas, cuevas de las calles.



"haciendo cuevas de las calles"
Leonel Rugama

las horas

Hay palabras inconclusas y pensamientos importados; los unos se alimentan de los otros y las otras se retroconfiguran con los terceros invisibles, medusas abandonadas por una trama lamentable y la pasión ahogada en un lago llamado Lola Mento Lada, la de Maunabo por vía de Añasco, el municipio con la actitud más alasqueña a nivel antillano. Eso es sin contar a Haití, que la pobre tan pelada y alcoholizada no sabe dónde queda exactamente esa sensación enajenada que nos gobierna tarde en la noche, cuando el sereno toma el tren hacia Bayamón, por error, claro está, ya que desde el principio su destinación era ese lugar ambiguo entre la espada y la pared, tan trillado como cierto.