17.1.15
Inopia
La entrada de Inopia es también su salida, pero no quiere decir que solo haya una. Como toda ciudad murada madura, tiene más de una, medio puñado para ser exactos. Son todas las que necesita Inopia, ciudad de dudas, criadero de sueños errantes, depósito de tal veces. Lo que pudo haber sido va a morir a la in(al)can(z)sable Inopia, donde se cruzan los senderos incompletos. Cuentan que si retomas uno de los senderos incompletos, terminas fuera de la ciudad y encuentras sólo la salida. Con la entrada perdida, no se puede más que seguir. Eso no quiere decir que las probabilidades de caminos y complicidades consecuentes obsesionen al viajero. Aún los que nunca han estado en Inopia expresan cierta nostalgia por la sombra de sus caletas y callejones sin salida. No es difícil pasar muy cerca de la ciudad sin dar con ella. Se puede estar tan cerca como para escuchar su bullicio y soñarla perfectamente, pero sin pisar su suelo. Más allá del saludo, el viajero llega Asabiendas sin nunca haberse adentrado de verdad en Inopia.
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