piedra recubierta de vida, de fuego, de mar
son los restos solidificados de lo acontecido
entre estertores de miedo y emoción, un clímax
solapado y traslapado entre la roca endurecida
de los remordimientos y la abundancia de los quizás
olas que murmuran todos los nombres y sus dos apellidos
el constante embate de un líquido agrio ya a estas alturas
pero que en su momento fue néctar, sustento, una suerte
de maná escurridizo - el fantasma detrás del espejo sonríe
y detiene a tu madre, las palabras de tu padre hechas trizas
marullo que regresa una y otra vez para acumularse a tus pies
si el pasado es otra isla más en este archipiélago que zozobra
podríamos volver a zambullirnos en todas las veces que no
encontramos como coincidir sin reincidir en los dolores
típicos del invierno recurrente que marchita la arena
donde me siento a esperar otra marejada de lo que fuimos
