Perdidos entre décadas decadentes del futuro, ayer regresó nuestro querido loser y nos remitió un diminuto informe (o para aquellos más tradicionales; reporte) y digo diminuto porque lo único que encontró a modo de pergamino, si es que podemos usar esa palabra después de todo, fue un granito de arroz y como tinta, nada más y nada menos que su propia sangre, si eso es lo que es, y para diluirla y que no fuese tan espeza, la mezcló con los líquidos que supuran cientos de cucarachas decapitadas, con gusto de corte Zen, nos informó, porque las cucarachas decapitadas no mueren hasta después de siete días, porque ya no pueden comer ni beber agua. La tinta se transformó en una algo amarillenta, o como dicen por ahí, bone white. Nos tardaremos por lo menos un siglo en lo que desarrollamos la tecnología necesaria para no sólo poder leer el manuscrito en dicho granito, sino también para reproducirlo en muchos más granitos de arroz.
nuestro querido loser
Pero no se frustren, la Temponáutica nos permite viajar hasta dos siglos al futuro, cuando ya los granitos serán standard en todas las naciones emergentes (al parecer esto se debe a un tipo de cataclismo que ocurrió durante una de las carreras del Tour De France y decimó las naciones modernas que conocemos hoy día) y podremos brindarles el informe Sello Rojo, como lo hemos denominado aquí, a todo lujo de detalles.
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