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22.5.08

la cuarentisiete



se llama felipe, y cuando llama ya viene de camino. me habla de un sitio que vende hamburguesas, un lugar llamado MiquiDi's. uf! que mojon! pero bueno, es mi primera noche solo en la soplada ciudad y me tengo que reunir con felipe a como de lugar, asi, sin acentos ni puntuaciones hispanas...

cuando me recoge frente al detestado proveedor de miles de millones de sanguiches chatarra, maneja media cuadra y se estaciona. "No te importa parar un momentito, ¿no? ¿Andas con prisa?"

chacho, a estas alturas, la prisa es lo de menos. entonces se detiene y me señala las lucecillas multicolores de la cantina. se derraman unas rancheras cortavenas desde su mustio interior y me invita una chela, para eso de buscar el sueño. le agradezco el gesto pero opto por la comida chatarra. hoy por hoy comida sigue siendo comida, por mas chatarra que sea, y el vino y el alcohol pertenecen a otro mundo parelelo que me para los pelos. pero cuando me siento a comerme el tan aludido escombro culinario, felipe sale de la cantina y me pregunta porque no entro a comer, ya que hace frio.

no es la primera cantina que visito en tiempos recientes, pero en pos de lo sucedido me incomoda ese tufo a aserrin y vinil de los setenta. adentro, puro mejicano tatuado. la escasez de gentio es casi un honor, la languidez de los movimientos del barman una marca registrada ya en dominio publico. limpia los vasos con los ojos clavados en mi y mi comida chatarra. felipe explica: "este es el chavo que renta el cuarto". ya nadie dice nada.

ordeno un cocacola, para por lo menos patrocinar el lugar, y miro la mesa de billar de reojo. los tres gangueros en el fondo aprobaron mi intromision, lo apuesto, antes de felipe atreverse a invitarme a que entrara en el negocio. mastico lento y saboreo un sabor imaginario. el aroma de los espiritus destilados me cosquillea la memoria; tal vez un juego de billar sea suficiente para arrestar el deseo recordado de tantas otras noches.

"felipe, usted juega billar?"

el viejo sonrie y sacude la chola media calva. "soy muy malo," sentencia y se voltea hacia el barman para continuar una discusion aleatoria sobre la temporada de beisbol. puros cachorros y medias blancas por estos lares. no me queda mas remedio que plantearles la misma cuestion a los gangueros. de esta forma formulo la unica palabra que ha mediado entre los gangueros y yo desde que llegue al sur de chicago: "billar?" no responden con palabras, sino agarrando uno de los tacos de la mesa. nadie dice nada mientras friego lo mas campante justo antes de ver como estamis sentidos billaristicos, hace tanto tiempo adormecidos...

(continuara)

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