Search This Blog

16.8.09

la patología del Temponauta




Frances:

Ya no tengo tiempo, ya se me acabó. Ya descubrí la naturaleza misma del Temponautismo, ya no hay vuelta atrás, que yo sepa. Ya la única esperanza es dejar constancia de lo que ocurre y sin duda sucederá, de cómo empezó todo este desplazamiento desbocado a través de las costuras de la Flecha del Tiempo. Lo único que puedo lograr, a estas alturas, es convertirme en una especie de advertencia humana, un ejemplo a no seguir. Ahora salgo de la ambigüedad circunstancial a la ambigüedad inexorable y progresiva de lo que llamaré la patología del Temponauta.

De mí, como te puedes imaginar, sólo quedan ya estas páginas. La única evidencia de mi pasar por este mundo es este puñado de páginas compuestas a la carrera y conformadas a la Nada más espectacular que me haya podido imaginar. Mi existencia está, pues, en cuestión. No tienes razón para pensar que soy una personal real, de carne y hueso. Eso lo entiendo mejor de lo que te puedes imaginar, en especial cuando el que conoces de mí es que se se presenta a tu oficina todas las semanas el mismo día a la misma hora. Cualquiera diría que soy otro más en la multitud, pero quien trate de enfocar en mí, sólo encontrará lugares vacíos, esquinas huecas, trapos abandonados. Tampoco te culparé por pensar que estoy seriamente loco de remate, al fin y al cabo esa es la única explicación sensible para un ser humano común y corriente (y ojo que esto no lo digo con tono despectivo, condescendientemente...). Pero bueno, ¿para qué abundar en algo tan descabellado? Cualquiera diría que se trata de una pesadilla a la Lovecraft, sin embargo, la realida siempre es mucho más banal, pedestre.

Lo cual me remite a la razón principal de este comunicado desde el futuro imperfecto de una mala decisión; es una infección. Sí, así como lo lees, una infección como cualquier otra. Perdón, miento, es obvio que no es como cualquier otra, pero me refiero a su manifestación física, no a su sintomatología, de la cual ya te he reportado suficiente. Todo debido a los malditos nanobios. Esto no quiere decir otra cosa que no sea un microbio que es aún más pequeño y diminuto, a tan ínfima escala que se tienen que medir a base de nanómetros, de millonésimas de metros, por ende, nanobios.

Lamentablemente, nadie sabe qué exactamente son estos nanobios. Se comportan como colonias micológicas, o sea, que a todas luces no son ni siquiera un solo organismo, sino una insólita variedad de individuos coexistiendo en un mismo entorno tan y tan diminuto, que nuestro conocimiento científico no reconoce la posibilidad de vida en esas dimensiones, ya que los procesos biológicos necesarios – como el ADN – necesitan de ciertas dimensiones mínimas para que ocurran. Y como quiera ahí están, como un pie de atleta que me dificulta el caminar, acuñados debajo de las uñas como intrusos y náufragos. A medida que proliferan, me trastocan el sentido del Tiempo y me desplazan a lo largo de su discurso incierto.

Por eso es que de repente puedo encontrarme ante mi anatema, el amor de mi vida, pero encontrarla rebasando apenas los ocho años, en la pesadilla de un parque repetido sin misericordia, haciendo de pederasta en mi dolor, maldiciendo el Cosmos aterrorizado, al borde de la disolución más absoluta...
Nada. Me quedo sin palabras, sin ganas... Esperemos que haya una próxima vez. O no.

X

No comments: