31.5.11
Llegaron los chinches
No me pregunten quién los trajo ni cómo, porque tales especulaciones pueden volver loco a cualquiera. La verdad no puedo precisar cuándo fue que llegaron, pero llegaron en grupos de cinco y seis y se metieron en cualquier rendija para quedarse. Llegaron con huevitos y primos y larvas y familias extendidas. Llegaron chiquitos y grandes y hambrientos. Llegaron en bultos, camisetas, gorros y zapatos. Llegaron y se apoderaron de las almohadas, los libros y la mecedora tan cómoda esa de cincuenta dólares que compré en el Ejército de Salvación. Sabrá Ostiamundo si hasta llegaron en la cochambrosa susodicha sin yo darme cuenta. Llegaron y se metieron en cuanto recoveco encontraron en el primer piso y siguieron subiendo hasta llegar al cuarto piso. Llegaron y comenzó la rasquiña. Llegaron y me tuve que chupar tres horas de los más horripilantes videos de Youtube. Llegaron y cundió el pánico del día a la mañana. Llegaron los chinches a la Villita.
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