Eres mucho más que sencillamente una
persona, un ser humano, y estas singulares habilidades que has adquirido de la
noche a la mañana no son más que las manifestaciones más superficiales de esto.
Tal vez en términos humanos eres un individuo, un simple espécimen, pero una
vez los nanobios se incorporan de lleno en tu persona, en ese momento te
transformas en toda una raza, y digo toda porque eres toda, el primero y el
último, el resto, el margen, la prehistoria y el futuro, un mundo completo
dentro de ti, de principio a fin; eres el Alfa y el Omega, por lo tanto, dios.
Y en efecto, eso fuiste, eres y seguirás siendo para el resto de la humanidad:
dios. Eres el misterio incomprensible, la dimensión de lo inasequible, el
centro de un universo propio en este multiverso infinitésimo, inmortal. El
milagro de la vida y el ineludible espectro de la muerte conviven dentro de ti,
defínente de ahora en adelante. Horacio, tal y como lo habíamos concebido, ya
no existe; ahora eres Horas, múltiples de Horas.
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