Luego del fiasco, se instala la desidia; hay caras bonitas, caras amigas, pero no llevan, no conducen a ningún lugar en particular, que valga la pena. Todo depende de una llamada, una llamada impredecible, una pulsación electromagnética de un lado a otro de la isla. La fortuna siempre ha sido atrevida, sino más bien vengativa y seductoramente lasciva; la cabrona fortuna. Aquí en este pabellón 5 Bajo de siquiatría estatal, donde los dedos lo pueden todo y nada a la vez, donde las caras están vacías y llenas de algo inconstante también, donde la gente se hace pasar por otras cosas cuando les conviene.
dos poemillas de locos:
el primero, sin título
Sabemos con cierta ironía
que nos hundiremos en la impostergable
travesía que nos llevará a otra lejanía
insoportable, improrrogable, pero
muy, requetemuy improbable.
el segundo con el apestoso título de ''sueño 18(n a la segunda potencia)''
Aquí se pierde la voz entre
las pinturas pastel de las paredes
pastel del pastel de cumpleaños
de la enfermera del cuartel.
Son dos, porque anda con su
pichoncita toda emplumada y olorosa
pero esa me pertenece a otro sueño
ése que nadie me puede negar.
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